¿Es necesario el feminismo hoy en día?
-¡El feminismo no me representa!
-¡Pero si las mujeres ya tienen todos los mismos derechos que los hombres!
-¡Ni feminismo, ni machismo! ¡Humanismo!
¿Qué es el feminismo? ¿Una moda? ¿Un momento pasajero? ¿Un espacio sin sentido en el que las mujeres muestran las tetas para luchar? A pesar de las críticas, el feminismo sigue transitando su camino en el siglo XXI y dando batalla desde diversos frentes.
El feminismo no puede verse como un lugar de total acuerdo y sororidad infinita, sino como un espacio que abarca matices, tensiones y diferencias no resueltas.
La pregunta sobre su necesidad acecha con fuerza: en Latinoamérica, y en gran parte del mundo, las mujeres de hoy pueden realizar las mismas actividades que los hombres así que ¿feminismo para qué?
En este artículo compilamos algunas ideas sobre el impacto que ha tenido el movimiento feminista en diversos aspectos de nuestras vidas. También te contamos algunas de las luchas que se dan y las que quedan pendientes.
¿No tienen ya suficientes derechos?
Las mujeres podemos hacer muchas cosas: ir a la universidad y estudiar una carrera, ser elegidas a cargas públicos, votar y ser votadas y gozamos, en general, de los mismos derechos civiles que nuestro pares masculinos. Pero aunque estos derechos se sienten como naturales, lo cierto es que la mayoría no llegan a los 100 años.
En la Argentina, el acceso a la universidad para la mujer se logró desde hace poco más de 100 años, cuando a las primeras (pocas y privilegiadas) mujeres se les permitió cursar y recibir un título universitario. Y aunque ahora tengamos doctoras, abogadas e ingenieras, ni estas logran tener las mismas oportunidades y salarios que sus pares hombres, ni es un derecho garantizado para las mujeres más pobres, las indígenas y afrodescendientes.
A nivel político, también hace menos de 100 años que las mujeres pueden ser candidatas a elecciones y hace solo 72 años que podemos votar.
Con estos ejemplos podemos ver que la igualdad de género, a través del feminismo, es una lucha histórica que se ha sostenido con grandes progresos.
Cada uno de estos hitos incorporó a miles de mujeres a la lucha por conquistar la igualdad. Pero estos periodos de menos de 100 años también representan a pocas generaciones de mujeres gozando de derechos básicos. Y a veces olvidamos que, en muchos casos, estas actividades siguen siendo obstaculizadas, no solo por el hecho de ser mujer, sino por cuestiones de clase.
Pero hay espacio «neutrales» que no necesitan feminismo, como la ciencia… ¿o no?
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Menos del 30% de investigadores científicos en el mundo son mujeres.
En la ciencia, como en otros ámbitos de trabajo, las mujeres se encuentran con barreras para su desarrollo profesional, que tienen que ver con los ‘roles de género’.
El rol de género es la pauta social que dicta “cómo son las mujeres”: más ´sensibles’, ‘hormonales’, ‘naturalmente maternales’, abocadas a la crianza de los hijos y al cuidado de la casa. Este rol implica además que las mujeres sean consideradas ‘más aptas’ para ciertas carreras, como las humanísticas, sociales, del área de salud o la educación.
Pero además, estas ideas crean el llamado techo de cristal: “una superficie superior invisible en la carrera laboral de las mujeres. Imperceptible pero imposible de atravesar. No existen leyes ni códigos manifiestos que impongan a las mujeres semejante limitación, sino que está construido por barreras implícitas, informales y difíciles de detectar”, explica la filósofa argentina Diana Maffia.
Para romper con estas limitaciones invisibles se han creado iniciativas internacionales como la celebración, cada 11 de febrero, de El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Esta fecha fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas y pretende incentivar el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas.
A nivel local, tenemos un gran ejemplo con la iniciativa Chicas en tecnología: una organización sin fines de lucro que busca cerrar la brecha de género en el ámbito tecnológico. Su trabajo se enfoca en programas educativos, libres y gratuitos, que acompañan a la nueva generación de mujeres líderes en tecnología.
De esta forma, las mujeres adolescentes pueden romper con los estereotipos, convirtiéndose en creadoras de tecnología, aprendiendo a programar con impacto social y cambiando sus realidades.
Mujeres y trabajo: ser invisibles y vivir con incertidumbre
– 68% de desempleo por debajo de los 26 años.
– 61 % de pluriempleo tras insertarse en el mercado laboral.
– El 55% de las encuestadas respondieron que ingresaron a trabajar por un contacto y solo el 9% por búsquedas.
La gran mayoría de las entrevistadas comparte la incertidumbre sobre las posibilidades de crecimiento profesional:
– 42% directamente dicen que no existen posibilidades de crecimiento.
– 21% respondieron no sé.
– El 39% ve como progreso poder lanzarse independiente.
Las tareas del hogar y de cuidado: la lucha pendiente del feminismo.
Esta pareja mantuvo una división tradicional de los roles de género durante toda su convivencia: el hombre trabajaba fuera de casa y, aunque ella era economista, se dedicó a la crianza de los hijos y a las tareas domésticas.
El fallo judicial cuestionó la subordinación de la mujer, quien durante casi 30 años, abandonó su profesión para dedicarse a la atención del hogar compartido. Además tuvo en cuenta que el divorcio sucedió cumplidos los 60 años: a esa edad las mujeres pueden acceder a la jubilación y resulta bastante difícil pensar en insertarse en el mercado laboral.
En la Argentina, la participación de las mujeres en el mercado de trabajo creció muchísimo desde la segunda mitad del siglo pasado. Pero la participación de los varones en las tareas del hogar no creció al mismo ritmo.
Y aunque hay grandes cambios culturales, la brecha de la participación en el trabajo doméstico sigue siendo enorme y las mujeres siguen encabezando la lista.
Se estima que las mujeres trabajan 2,6 horas diarias más que los hombres en promedio. Además que cuatro de cada diez varones no cocinan, ni limpian, ni lavan la ropa, ni hacen compras en ningún momento del día.
Incorporando saberes vedados: ¿es necesario nel feminismo para arreglar una motocicleta?
Aunque resulte sorprendente, aún hoy hay saberes que son difíciles de incorporar para las mujeres. Esta dificultad no depende de sus capacidades: el mundo machista y patriarcal definió ciertos saberes como propios y excluyentes.
“Nosotras lo arreglamos” es un colectivo feminista que brindar talleres con estos saberes: albañilería, electricidad, plomería, reparación de motos, son algunos de los más exitosos. Cada convocatoria llena los cupos disponibles con facilidad.
Los talleres son de carácter introductorio y su objetivo principal es perder el miedo. Además incitan a las mujeres a que sigan estudiando y ocupando espacios en lugares donde tradicionalmente solo hay hombres.
Al incorporar nuevos saberes, este colectivo lucha por cambiar la percepción de lo establecido como “femenino” y los miedos impuestos. Para “nosotras lo arreglamos” el estar juntas, dejando de lado el individualismo, resulta fundamental y revolucionario.